valoración: 8

Marcel Marx, escritor y bohemio empedernido, se ha autoexiliado en la ciudad de El Havre, donde siente que está más cerca de la gente después de adoptar el honrado, aunque no muy provechoso, oficio de limpiabotas. Ha enterrado el sueño de convertirse en un reconocido autor y vive felizmente dentro de un triángulo compuesto por su bar preferido, su trabajo y su esposa Arletty. Pero el destino hace que se cruce con un emigrante menor de edad llegado del África negra.

Arletty enferma, y a Marcel no le quedará más remedio que alzarse una vez más ante el frío muro de la indiferencia humana con el optimismo que le caracteriza y la solidaridad de los habitantes del barrio como únicas armas. Pero se enfrentará a la maquinaria ciega de un Estado constitucional, representado por la policía, que sigue la pista al joven refugiado. Ha llegado el momento de que Marcel se lustre los zapatos y enseñe los dientes.

Pequeña gran película que rezuma optimismo, vitalidad y sensatez. Los protagonistas son gente a la que no vemos casi nunca, ni en el cine ni en las calles. Y cuando nos cruzamos con ellos los vemos con miradas muy diferentes, desde la indiferencia al miedo pasando por la pena y la vergüenza. Pero la mirada que aquí nos ofrece el director es mucho más cercana y limpia. Una vez liberados de nuestros prejuicios lo único que queda son personas viviendo su vida lo mejor que pueden y haciendo lo que creen que es correcto.

Un limpiabotas simpático, manirroto y encantador conoce a un adolescente inmigrante ilegal sin familia, sin dinero y sin nadie a quien recurrir. Y hace lo único que puede hacer: ayudarle. Sin apenas dinero, con su mujer-madre gravemente enferma y la policía siguiendo sus pasos por Le Havre (la ciudad donde viven) a André, nuestro limpiabotas, nunca le faltará tiempo para un vaso de vino y una sonrisa.

Supongo que es en estas películas y en esta mirada optimista en lo que los franceses le llevan décadas de ventaja al cine español y por lo que una película como esta podrá funcionar aquí, aunque sea en pequeñas salas de versión original. Definitivamente merece mucho la pena.