valoración: 5.5

Mitch (Ryan Reynolds) y Dave (Jason Bateman) eran amigos inseparables desde niños, pero se han alejado con el paso de los años. Dave es un abogado enganchado al trabajo, casado y con tres hijos. Mitch sigue soltero, es un inmaduro que trabaja esporádicamente y que nunca se ha atado a nada ni a nadie. Mitch cree que Dave lo tiene todo: una preciosa esposa llamada Jamie (Leslie Mann), una sexy secretaria (Olivia Wilde), unos niños que le adoran y un prestigioso trabajo. Y Dave cree que vivir como Mitch, sin estrés ni presión, sin obligaciones, es un auténtico sueño hecho realidad.

Después de compartir una sonada borrachera, los mundos de Mitch y Dave se vuelven del revés cuando se despiertan en el cuerpo del otro. A pesar de verse liberados de la rutina, no tardan en descubrir que sus respectivas vidas no son tan envidiables como parecían.

Uno de los reclamos de esta película, tal y como figura en el cartel, es “de los guionistas de Resacón en la Vegas”, y esto define lo que podemos esperar tanto para bien como para mal. Se ajusta bastante bien a las típicas comedias de Hollywood que últimamente han pasado por nuestras carteleras, enfocada principalmente al público que pretende pasar una tarde simpática, unas risas, (aunque menos risas que en otras películas de este tipo), un rato alegre sin tener que pensar, es por ello que durará en tu mente lo justo para pasar este rato.

Un argumento simple, con una interpretación correcta por parte de Jason Bateman y Ryan Reynolds, que salvan en parte esta película plagada de palabras mal sonantes, sexismo y alguna que otra escena más subidita de tono. No es una película para niños, desde luego.

Lo poco que valoramos que lo tenemos, el deseo incluso la envidia por la vida de los demás y la amistad son las líneas conductoras de la película, previsible en todo momento y que en algunos momentos resulta simpática.