(EN ROSA INFORMACIÓN FACILITADA POR LA COMPAÑÍA / TEATRO).

Compuesta de tres cuadros, LOS AÑOS RAPIDOS se adentra en la historia de una familia de clase trabajadora durante diferentes épocas. Soterradamente descubrimos el universo de los llamados pisos del Gobernador, aquellas colmenas creadas durante los años del Franquismo y de como un piso (¿un hogar?)  puede ser  herencia no sólo económica, sino  política, familiar, emocional y convertirse en el centro vital de la historia de personajes.

Hace más de treinta años, un matrimonio luchaba por sacar adelante a su familia mientras intentaban desenvolverse como podían en un mundo que no dejaba de cambiar y que deseaba por una parte que sólo fueran burros de carga del extrarradio y que vivieran para trabajar, mientras se les incitaba a consumir y descubrían por otro lado, atónitos, que existían las posibilidades de abrirse a un mundo nuevo donde podrían opinar, cultivarse y hasta ser felices. Treinta años después, las hijas de ese matrimonio, los restos de esa familia, se debaten entre lo policialmente correcto y el dolor emocional de no haber superado el envite de estos treinta años que han pasado tan rápido.

COMENTARIO:

Secun de la Rosa ha escrito y dirige ‘LOS AÑOS RÁPIDOS’, una obra que destaca por su trasfondo, el trabajo interpretativo y su cuidada construcción. Una propuesta que ahonda sobre la herencia emocional que los padres dejan sobre sus hijos, y como esta herencia condiciona sus comportamientos y decisiones en la vida. Pero, existen más temas en esta propuesta, la manipulación personal y social, las heridas emocionales que no cierran por la falta del pegamento de la comprensión y el amor, etc. Ya sabemos que las vivencias de la infancia determinan nuestra vida y no importa el tiempo que pase, ni lo lejos que huyamos, si las heridas no están bien cerradas la vida las pondrá a prueba…

Una obra madura que puede parecer breve aunque cuenta lo esencial, dejando una buena sensación y la idea de que esta obra puede crecer mucho más, sobre todo, si se intenta profundizar o compactar más la trama y/o la naturaleza de los personajes.

La  obra se desarrolla en tres cuadros o actos de escenografía escasa pero suficiente. Cada uno de estos cuadros posee un valor característico, aunque es el último de ellos el que más sorprende, colocando a cada personaje en su lugar a través de una sincronía temporal y dos finales posibles marcados por el conflicto familiar y sus posibles desenlaces. Un acto marcado y defendido a fuego por un elenco que realiza un fino encaje interpretativo para llenar las escenas de una tensión emocional que engancha al espectador.

El primero cuadro da a conocer a unos personajes estereotipados y claramente reconocibles, de forma que nos invita a descubrir a esta familia de la mano de sus miembros más relevantes. Momentos y recuerdos que provocan risas cómplices dan paso al  segundo cuadro donde se adivina el drama y se descubre el dolor, el miedo y la ira que se han mantenido ocultos durante años. Y así, rápidamente llegamos al tercer cuadro, desenlaces y sincronizaciones temporales, donde queda más patente el excelente trabajo del elenco formado por Marcial Álvarez, Pepa Pedroche, Cecilia Solaguren y Sandra Collantes, y la idea de la influencia emocional dentro del núcleo familiar.

La obra se desarrolla alrededor de la figura de dos mujeres (dos hermanas, Cecilia Solaguren y Sandra Collantes), que se reencuentran en el piso vacío de sus padres (que va a ponerse a la venta), sus recuerdos de la infancia, anécdotas y nostalgias se mezclan con momentos de la vida de sus padres, un matrimonio infeliz formado por una madre sumisa (Pepa Pedroche) y un padre bastante egocéntrico (Marcial Álvarez). Las escenas se desarrollan mezclando el humor con momentos amargos de la vida cotidiana. Esos momentos ya vividos han convertido a ambas mujeres en lo que son en la actualidad, y al igual que sus progenitores, castigan y son castigadoras por sus propias creencias, miedos y normas morales, mientras tratan de mantener o de conquistar un espacio de libertad emocional y personal.

El enfrentamiento entre ambas hijas (como portadoras de la herencia emocional) interpretadas por Sandra Collantes y Cecilia Solaguren, las sitúa en lados opuestos de un cuadrilátero donde se golpean emocionalmente hasta los desenlaces finales, en un excelente trabajo interpretativo. La existencia de un personaje transgénero, puede parecer en principio innecesario, sin embargo, es precisamente esta circunstancia la que otorga especial importancia al conflicto generado y a la necesidad de amor y comprensión dentro del núcleo familiar.

Una obra que se caracteriza por su construcción, la buena dirección, el acertado uso de la iluminación  y el excelente reparto que es capaz de dar vida y emoción a unos personajes que pasan rápidamente por una historia que engancha, pero que pide más (no me refiero a tiempo), como veis un aliciente perfecto para disfrutar de esta propuesta

FICHA:

REPARTO

ANGELITA – Cecilia Solaguren
MARTINA – Sandra Collantes
PADRE – Marcial Álvarez
MADRE – Pepa Pedroche

EQUIPO ARTÍSTICO Y TÉCNICO:

Dramaturgia y dirección: Secun de la Rosa
Ayudante de dirección: Fran Guinot
Dirección de arte: Madoka Kamiyama
Fotografía: Cecilia Vincentelli
Caracterización: Ana Rubio – Magnetique make-up