información:

(EN ROJO INFORMACIÓN FACILITADA POR LA COMPAÑÍA / TEATRO):

Más que son, fueron. Sobrevivientes de una guerra que nadie recuerda, por más que no cejen en su intento vano de ganar una batalla contra el olvido, magnificando aquellas escaramuzas, meras efemérides que a nadie interesan. Estos quijotes que parecen desenterrados de la zanja de la historia, desde el final de sus destinos se preguntan: ¿Hubiese sido distinto de haber alcanzado la victoria en aquella lejana guerra?

¿Fue aquel el combate crucial o queda el decisivo contra la muerte? La sátira del poder y la fe como acto de resistencia, son los polos que cruzan estos personajes. La suya es la lucha desesperada por la propia vida, campo de batalla, combate sin tregua por la conquista de un destino.

Los tres actores clásicos de Zaranda, su núcleo duro, son el ejército en desbandada de esta ardua y larga batalla, su lenguaje reconocido es su desarbolada bandera en un mundo en guerra contra el sentido poético de la existencia. Escaramuzas, deserciones y frentes que se abren en sus propias consciencias. La metáfora de un combate, la belleza de la derrota y el triunfo de los que pese a ella nunca pierden el horizonte.

En un momento en que el pesimismo, la tristeza o la desesperanza nos han derrotado, en La batalla de los ausentes resucitan una espada de luz contra esos jinetes oscuros, en un canto a la dignidad humana contra todo los que ocultan al amanecer su horizonte.

comentario:

La compañía LA ZARANDA (Teatro Inestable de Ninguna Parte, anteriormente de ‘Andalucía La Baja’) vuelve al Teatro Español de Madrid con LA BATALLA DE LOS AUSENTES de Eusebio Calonge, con dirección de Paco de La Zaranda, como es habitual en la mayoría de sus propuestas. En escena, la maestría y el saber hacer de Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y Francisco Sánchez (Paco de la Zaranda), los cuatro siempre han sido y siempre serán La Zaranda.

Esta compañía posee un toque inconfundible que ha depurado durante sus más de 40 años de existencia, códigos propios que les definen y que se alimentan de metáforas, de un lenguaje visual y gestual potente, de la constante mezcla de lo humano (en toda su dimensión), con lo grotesco y lo poético, dibujando así, personajes de sobreviven en nuestra sociedad, una sociedad desnaturalizada y excluyente que se ceba con aquellos que se encuentran al margen de sus ‘estándares’.

La Zaranda pone el foco en dar visibilidad y poner voz a los ‘invisibles’ a través de la farsa y la crítica social. De las bocas de estos personajes quijotescos salen frases llenas de ironía y critica, pero con trasfondo amargo. El mensaje expuesto es claro y contundente, se expone desde espacios oscuros y profundos, pero siguen conteniendo esperanza, fe y dignidad. En sus puestas en escena, La Zaranda siempre da alternativas al público, ya que, aquellos/as que solo quieran, puedan o estén dispuestos/as a quedarse en la superficie, encontrarán humor, ironía y crítica social que va transformando la sonrisa en mueca y dejando un poso de desasosiego e incertidumbre y para aquellos/as que estén dispuestos/as a bucear a través de las palabras, las metáforas y la poética visual del montaje, podrán subir a los lomos de la farsa, del humor y de la ironía de las palabras hacia el submundo donde habitan los ausentes, los invisibles, los desterrados que luchan contra el olvido, contra el enemigo invisible y contra ese enemigo que habita en el interior de cada uno.

La batalla de los ausentes, es exactamente eso, la batalla de tres hombres olvidados en su particular lucha contra el olvido de los que ya no están. Desde el espacio en el que se encuentran, esperan ser reconocidos, no como Vladimir y Estragón esperaban la llegada de Godot, ya que no asumen una espera pasiva, sino todo lo contrario, muy activa, dando un irónico repaso a los estándares de nuestra sociedad, sus supuestos valores, la política y sobre todo, el poder. Y como es habitual en La Zaranda, en este repaso el humor sirve para destapar la devastación física, mental y moral de una sociedad donde, tres de sus integrantes asumen un último acto de rebeldía con lo único que nadie les ha podido quitar, la fe.

La dirección de iluminación corre a cargo de Eusebio Calonge y el diseño del espacio escénico es de Paco de La Zaranda. Ambos elementos, junto al diseño de vestuario de Encarnación Sancho y los efectos militares de Morgan Surplus, dan muestra de la capacidad de comunicación no textual de esta compañía. Utilizan cualquier elemento disponible. Pocos elementos que, al igual que los personajes de la propuesta, dan muestra del deterioro producido por el inexorable paso del tiempo y del olvido. Pero, no nos engañemos, aunque existan pocos elementes escenográficos y los espacios se vayan construyendo a medida que transcurre la obra, nada es superficial, ni accesorio ni circunstancial, todo está pensado y colocado a la perfección, todos los elementos (al igual que el diseño de iluminación), tienen su sentido y no solo sirven para recrear las escenas. Cada uno de ellos forma parte de una metáfora que da forma y sentido a una poética visual estremecedora, a un circulo vital de preparación a la propia ausencia.

Como siempre, La Zaranda nos demuestra que es una compañía sólida y comprometida con el mundo y las gentes que lo habitan. Con su particular e inequívoca forma de mostrar lo mejor y lo peor de la naturaleza humana, nos divierten y nos desgarran, nos zarandean a través de la farsa, dejándonos siempre perplejos con su perfección, creada de lo imperfecto.

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ficha:

De: Eusebio Calonge

Dirección: Paco de La Zaranda

Con: Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y Francisco Sánchez

Dirección de iluminación  Eusebio Calonge

Diseño de espacio escénico Paco de La Zaranda

Diseño de vestuario Encarnación Sancho

Efectos militares Morgan Surplus

Ayudantía de dirección Andrea Delicado

Una coproducción de La zaranda - Teatro inestable de ninguna parte y Teatre Romea
Fotos: Victor Iglesias.