Revista cultural   -   Critica teatral   -   ISSN 2255-3894



teatro

información:

(EN ROJO INFORMACIÓN FACILITADA POR LA COMPAÑÍA / TEATRO):

Escrita desde el tiempo presenteEl mal de la piedra trata de articular una mirada crítica sobre la parte oscura del pasado de España y lo que se refiere a su memoria histórica. Sin vocación de tomar una posición política partidista —sino la de mostrar el conflicto en toda su complejidad—, Andrés y Miranda, los personajes de esta historia, protagonizan un singular combate dialéctico en El Valle de los Caídos (la mayor metáfora de la dictadura en España). A partir de su encuentro, se abre un amplio abanico sobre las distintas perspectivas en torno a una profunda herida. Se propone así una reflexión acerca de la forma en que hoy nos enfrentamos a esta herida a través de un olvido fingido que oculta un daño irreparable. —Blanca Doménech, dramaturga.

El mal de la piedra es el segundo proyecto de la compañía teatral El Vacío Fértil, después de 'De tiburones y otras rémoras' de Sergio Villanueva (obra estrenada en 2018 en Madrid y posteriormente en Buenos Aires). Si entonces la compañía contó con la dirección de Marina Wainer, ahora es Tony Lestingi quien asume la puesta en escena de este nuevo espectáculo. La premisa conceptual sigue intacta: abordar temas de alto compromiso social a partir de temas de actualidad.

El mal de la piedra habla de la Guerra Civil española y sus consecuencias políticas en el presente, pero se vuelve aún más universal al indagar y entender que detrás de todo eso está el resquebrajamiento social, ideológico, cultural y moral que han sufrido todos los pueblos expuestos a guerras, dictaduras y gobiernos totalitarios; un daño que como el deterioro de la piedra, puede ser irreversible si no hacemos algo.

comentario:

 

EL MAL DE LA PIEDRA, texto de Blanca Doménech (escrito en 2012 – 13), ha llegado a la Sala Mirador de la mano de la compañía argentina 'El vacío fértil', bajo la dirección de Tony Lestingi e interpretada por Romina Pinto e Ivan Steinhardt.

Todo comienza en el interior del complejo de ‘El Valle de los Caídos’, un lugar que se está desmoronando debido al mal de la piedra, es decir, a la ‘descomposición superficial de la piedra en forma de exfoliaciones, arenilla y desprendimiento de las capas externas debido a la polución y a las sustancias que gravitan en la atmósfera, a consecuencia de los cuales se produce bióxido de azufre, responsable de provocar el proceso degenerativo en la piedra’.

Una restauradora contratada por Patrimonio Nacional (Miranda) trabaja en el interior del edificio para averiguar la naturaleza del mal que sufre la piedra con la que está construido el monumento. Mientras, en el exterior de la basílica, se produce una batalla campal entre los defensores de la memoria histórica y grupos neonazis. Sin poder abandonar de forma segura el complejo, Miranda se refugia en la caseta del guardia de seguridad (Andrés), entre ambos comienza una intensa conversación con todo tipo de argumentos que ponen de manifiesto la contradicción entre pensamiento y acción. En sus conversaciones hay pensamientos, ideologías y muchos datos que Blanca Doménech ha recopilado durante un proceso de investigación y estudio.

En este contexto se envuelve una propuesta que mantiene, en todo momento, un aire oscuro, con personajes atrapados en un entorno enfermo y enigmático donde extraños sonidos y sensaciones, parecen estar buscando a su víctima. Un ambiente que genera en Miranda, miedo, inseguridad, desesperación y una confusa sensación de estar bajo vigilancia.

El texto de Blanca Doménech se muestra interesante sobre todo, por la forma en la que muestra diferentes miradas de un mismo suceso, y colocando ante nosotr@s diferentes elementos que se enfrentan a su propio oscuro reflejo, empezando por el lugar físico donde se desarrolla la propuesta, pasando por el lugar personal y terminando por el lugar emocional de los protagonistas.

De esta forma, partimos de un lugar en la naturaleza, un entorno de paisajes, senderos, etc., de gran belleza natural, en este lugar se encuentra un conjunto monumental donde Miranda va a vivir de todo menos calma, sufrirá violencia ambiental y verbal, es decir, violencia y oscuridad frente a naturaleza y calma. Además existe, por parte de ambos protagonistas, una ideología bien definida y unas ideas aparentemente claras, pero el enfrentamiento verbal entre ambos personajes  provoca que se fisuren ciertos planteamientos iniciales al igual que lo hacen las piedras.

Esta lucha, ciertamente no se realiza en igualdad de condiciones, ya que el guarda de seguridad se encuentra en su lugar de trabajo que ocupa desde hace mucho tiempo, es decir, en un entorno seguro, mientras que la  restauradora se encuentra en un entorno confuso, que le causa miedo y malestar, aunque ello no afecta a la posibilidad del debate, al contrario, en algunos momentos, lo propicia, poniendo sobre la mesa las contradicciones del ser humano, su capacidad de olvido y la forma en que actos, creencias y pensamientos se contradicen.

Así pues, el texto se presenta interesante en la forma de plantear el conflicto y en la toma de debatir sobre la dimensión del mismo por parte de los protagonistas, además en todo momento subyace la idea de la relación entre el interior y el exterior tanto respecto al espacio como en la dimensión temporal y emocional. Existe además, una historia paralela de amor /engaño que si bien se toca de forma superficial sirve para enfatizar la doble moral y la forma en que nuestras acciones contradicen nuestras palabras.

La puesta en escena parte con la dirección de Tony Lestingi con Emilio Zinerón como ayudante de dirección. La dirección mide con precisión los tiempos y los detalles, importantes tanto en el desarrollo de la propuesta como en el debate dialéctico como en la necesidad de máxima sincronización por la utilización de voces en off durante gran parte de la propuesta. La escenografía e iluminación de Eduardo Muro se muestra sencilla pero efectiva. El espacio escénico se construye con pocos elementos, los suficientes, la estancia del vigilante y el espacio de trabajo de la restauradora (con una escalera de tijera que lleva hasta una piedra con un rostro labrado sobre el que trabaja Miranda. Es cierto, que al principio esta diferenciación de espacios es algo confusa, pero pronto queda todo claro.

La propuesta comienza con un video cuya edición ha sido responsabilidad de Kike Palombo e Ivan Steinhardt que nos pone en antecedentes. El diseño y edición de sonido de Ivan Steinhardt es correcto y tiene la dificultad añadida de los ya comentados momentos en los que se utilizan voces en off, que se muestran bien coordinadas con el trabajo interpretativo. Además, durante la propuesta escuchamos la música original de Enrique Pareta y la canción compuesta para la ocasión por Alejandro Ávila e Iván Steinhardt: ‘El mal de la piedra’.

El reparto está formado por Iván Steinhardt y Romina Pinto ambos se encuentran, aparentemente, muy a gusto interpretando teatro político y social, y como muestra, están presenten con otra propuesta en la cartelera teatral madrileña, en este caso, con una obra sobre el capitalismo salvaje enfocado en la comercialización de las ‘preferentes’: ‘De tiburones y otras rémoras’.

El trabajo interpretativo de Iván Steinhardt y Romina Pinto es efectivo y honesto, aunque al tratarse de una historia tan cercana y local (más allá de la universalidad del conflicto), al estar representada por actores con un marcado acento (argentino / castellano rioplatense), parece producirse cierto distanciamiento (por parte del espectad@r) respecto a los acontecimientos que se producen en escena, este distanciamiento hace más difícil entrar en el estado de miedo y angustia que en ciertos momentos, la propuesta intenta transmitir, sin que ello desmerezca el trabajo interpretativo de Iván Steinhardt y Romina Pinto.

Una propuesta narrada en tiempo presente, que intenta generar debate a través de una mirada crítica desde diferentes ángulos. Una obra que pone la mirada en un enclave polémico por su significado y simbolismo (el Valle de los Caídos) con el propósito de generar preguntas sobre nuestro pasado y nuestro presente, a partir del intercambio dialéctico de los protagonistas, un intercambio utilizado para expresar, atacar, conocer y comprender.

 

ficha:

Dirección: Tony Lestingi.
Producción: El Vacío Fértil.
Dramaturgia: Blanca Doménech.
Año: 2019
Reparto: Iván Steinhardt y Romina Pinto.
Escenografía e iluminación: Eduardo Muro.
Asistencia de dirección: Emilio Zinerón.
Diseño y edición de sonido: Ivan Steinhardt.
Música original: Enrique Pareta.
Canción El mal de la piedra compuesta por Alejandro Ávila e Iván Steinhardt.
Edición de vídeo: Kike Palombo e Ivan Steinhardt.

autor/a

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ESTRELLA SAVIRÓN (alias Agolpedeefecto).

 

Hago crítica teatral, pero sobre todo amo el teatro, e intento lograr la difusión veraz de la cultura. He colaborado en varios medios en España y fuera de nuestras fronteras y en programas de radio dedicados a las artes escénicas. En 2007 creé Agolpedeefecto.com, una revista digital que tenía como objetivo la difusión de la cultura, con amplitud de miras y aún sigo en el empeño.

 


 

fecha:

Septiembre 19

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