El padre es calificado por el propio autor Florian Zeller de farsa trágica. Y ahí radica su grandeza y su dificultad. Trata un tema tan espinoso como la perdida de la realidad debida a la vejez. Nos coloca en la perspectiva de una mente confusa o, quizá, confundida  por los intereses de los que le rodean, nunca lo sabremos. 

Sin ridiculizar jamás el carácter principal, Andrés nos hace reír. Las situaciones ambiguas, muchas  veces contradictorias, las réplicas mordaces, los personajes duplicados, cambiantes, y por encima de todo la duda de si lo que realmente sucede es lo que dice la familia  o es lo que siente el padre, producen una de las obras más divertidas, apasionantes y profundas del teatro contemporáneo.

Muchas veces se acerca al drama, otras  muchas a la comedia y la mayoría de las veces a un inquietante “thriller” al estilo Hitchcock.  Nunca decae y cuando creemos estar en una certeza, un revés inesperado, una imagen nueva nos desconcierta y nos vuelve a atrapar. Gran y divertido teatro.

Naturalmente es una obra escrita para un actor. Contar con Héctor Alterio para el papel principal convierte este proyecto en un sueño para cualquier equipo ya que el rigor, la inteligencia,  el dramatismo y el sentido del humor están garantizados.

Comentario:

Una obra escrita por Florian Zeller, dirigida por José Carlos Plaza y protagonizada por Héctor Alterio, Ana Labordeta, Luis Rallo, Miguel Hermoso, Zaira Montes y María González, que nos sumergen en el drama del Alzheimer en la persona de Andrés (Héctor Alterio), visto desde los ojos de la persona que lo padece, pero también teniendo en cuenta las implicaciones para las personas que rodean al enfermo.

Lo que nos encontramos en escena es algo relativamente habitual, una hija (mayoritariamente) que debe hacerse cargo de un progenitor enfermo y de un carácter digamos ‘particular’, una situación que no es fácil para nadie y que conlleva una alta carga de estrés, confusión, depresión, agotamiento, etc. Y por ser algo relativamente habitual y que nos enfrenta al miedo de que cualquiera de nuestros seres queridos o nosotros mismos podamos sufrir este proceso degenerativo, es por lo que este texto llega al espectador con toda su amargura y crudeza, sin desdeñar los momentos cómicos que, indudablemente, contiene este rompecabezas de momentos y escenas que nos llevan desde la ternura a la rabia.

Uno de los aciertos de esta función es presentar ante el espectador lo que ocurre dentro de la mente del enfermo y lo que perciben los ojos de nuestro protagonista a medida que la enfermedad evoluciona. Confusión y desorientación que se consigue llevar al espectador a través de las diferentes puestas en escena, que no parecen tener sentido, hasta que el círculo se cierra.

Pero la pieza fundamental de esta obra es, sin duda, la interpretación de Héctor Alterio, absolutamente magnifico sobre el escenario, pasando por múltiples registros y poniendo frente a nuestros ojos a un anciano que se mueve desde la simpatía y la picardía a la hostilidad, pasando por momentos de temor, miedo y desesperación, toda una lección teatral.

José Carlos Plaza  realiza una adaptación y una dirección certeras, donde Andrés (Héctor Alterio) que pasa toda la obra en pijama, vive en la confusión, obsesionado por donde estará su reloj, y por las segundas intenciones de las personas que le rodean, por no entender lo que está pasando a su alrededor. Andrés nos hace reír (aunque en ningún momento se ridiculiza su personaje) con sus picardías, nos llena de ternura y de tristeza mientras transita por situaciones confusas, personajes cambiantes, un piso que se transforma, etc. Presentándonos la acción a modo de thriller que ocurre en la mente… y que consigue mantener cierto aire de misterio durante toda la obra, ayudándose del estupendo trabajo de iluminación de Francisco Leal (que también es responsable de la escenografía), y la música de Mariano Díaz.

El trabajo interpretativo corre a cargo de Héctor Alterio, Ana Labordeta, Luis Rallo, Miguel Hermoso, Zaira Montes y María González. Héctor Alterio realiza una excelente interpretación secundado por Ana Labordeta en su papel de hija. El resto realizan una actuación correcta, algo histriónica por momentos, buscadamente sobreactuados (aparentemente) para remarcar determinados momentos dramáticos, y enfatizar la percepción distorsionada de Andrés.

Una obra para disfrutar de la interpretación de un ‘grande’ de la escena que deja, cierto sabor amargo por lo duro de la temática tratada. Una obra dura salpicada de momentos de humor, que nos acerca a nuestra propia humanidad, y nos muestra lo débiles y dependientes que, en ocasiones, somos o podemos llegar a ser y como, nos puede llegar a castigar el paso del tiempo, cuando nuestros referentes y nosotros mismos, pasamos de ser personas fuertes y seguras a transformarnos en grandes niños inseguros y temerosos.

FICHA:

Dirección: José Carlos Plaza
Dramaturgia: Florian Zeller
Adaptación: José Carlos Plaza
Reparto:
Héctor Alterio
Ana Labordeta
Luis Rallo
Miguel Hermoso
Zaira Montes
María González

Música: Mariano Díaz
Escenografía e iluminación: Francisco Leal
Diseño de vestuario: Juan Sebastián Domínguez
Coproducción: Pentación y Teatre Romea