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LA PECHUGA DE LA SARDINA. Lauro Olmo. |
En esta obra he procurado que la fuerza de las situaciones dramáticas surja de de los contrastes y que el ritmo de éstos, lento en los interiores o rápido en la calle según las exigencias del drama, vaya creando el gran personaje que condiciona todo lo demás. Ese personaje es el ambiente: un ambiente que adquiere un poder asfixiante, desvitalizador. Todo va conduciendo a unas patéticas campanadas finales. |
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No. La vida no puede caminar llevando en los tobillos unos prejuicios, unos pequeños seudodogmas que, como grilletes, le dificultan el devenir. - Lauro Olmo. Lauro Olmo, uno los dramaturgos más representativos y olvidados del siglo XX, cuyo estilo de realismo social supo plasmar la cotidianidad de la vida durante los años de la posguerra, la dictadura y las primeras décadas de la democracia, escribió esta obra en 1962, siguió trabajando incansablemente hasta poco antes de su muerte en junio de1994. Comentario: Esta obra tiene una característica especial, ahonda en el universo femenino, aunque es una constante en este autor, no es un tema común en la dramaturgia de la posguerra española. La obra se centra en la cotidianidad dentro de la pensión de Juana, reflejando la vida de sus inquilinas y de la mano de ellas, la opresión de la mujer de la época, tanto social, como moral y económica. Una obra costumbrista donde no existe una única protagonista, cada una de las seis mujeres que conviven en la pensión es el reflejo de una situación de angustia, miedo y opresión. Ellas nos mostrarán su historia individual y colectiva en una trama intensa, que va más allá de la propiamente descrita en escena y que sorprende no solo por su contenido, también por una puesta en escena. Una estructura abierta, donde el espectador a modo de vecino indiscreto puede ver cada una de las estancias de esta pensión e incluso sus aledaños. Cinco habitaciones (cocina, salón, y tres dormitorios), separadas por tabiques imaginarios y marcos de puertas en el vacío, nos dan una visión particular, general y única de lo que sucede en este microcosmos. Un acierto por parte de Manuel Canseco, responsable de la versión escénica y dirección. Juana (María Garralón) regenta la pensión, una mujer que tras separarse de un marido alcohólico (que reaparece esporádicamente en su vida), ha tenido que hacer frente a una vida complicada. Una mujer práctica y tierna que ha decidido subsistir convirtiendo su casa en una pensión ocupada únicamente por mujeres. Entre sus inquilinas esta Concha (Natalia Sánchez), una joven que se ha quedado sin trabajo, pero se suman a su vida otras circunstancias que le llenan de desesperanza, se enfrenta con miedo pero con valentía a un futuro incierto; comparte habitación con Paloma (Cristina Palomo), una joven que estudia para ser funcionaria y que quiere labrarse su propio futuro, pese a su origen humilde. En la habitación de enfrente duerme, Soledad (Alejandra Torray), su juventud se va marchitando y sigue soltera, añora un pasado donde existía la esperanza y busca desesperadamente la felicidad. En su búsqueda se va hundiendo en la melancolía a la misma velocidad que crece su mala reputación. En la siguiente habitación vive Doña Elena (Amparo Pamplona), una mujer vieja en cuerpo y alma, amargada y resentida que no deja vivir en paz a las demás mujeres de la pensión con sus implacables comentarios y sentencias, aparece como máximo exponente de la represión e hipocresía de la época. Finalmente, Cándida (Nuria Herrero) la sirvienta de la casa, la más joven de todas las mujeres, duerme en la cocina y parece ser la más alegre y segura pero su comportamiento se mece entre la realidad de su vida y los condicionamientos de su entorno. Existen más personajes en la historia: Hombre B (Manuel Brun), La chata, Beata 1 (Marta Calvó), Hombre A, otros (Jesús Cisneros), Vendedor de periódicos (Víctor Elías), La renegá, Beata 2, La vieja (Marisol Membrillo), Borracho (Juan Carlos Talavera) que realizan un buen trabajo actoral aunque su protagonismo se centra en la construcción de la propia historia. Estamos ante un buen trabajo interpretativo que consigue que las protagonistas de esta historia se muestren creíbles pero sobre todo muy humanas. Todas estas mujeres, independientemente de su clase social, son víctimas en mayor o menor medida, de la falta de recursos, de la sociedad, de algunos hombres, de la represión, de la soledad, del miedo, de los condicionamientos éticos y sociales e incluso de ellas mismas. Lo que diferencia a unas de otras es, su manera de reaccionar ante la adversidad. En ese sentido, se mantiene en la obra una cierta esperanza respecto a que las mujeres más jóvenes sean capaces de enfrentarse a su incierto futuro y no lleguen a convertirse en mujeres como Doña Elena. Aunque en ciertos momentos el ritmo es algo desigual, es lógico en su representación de la realidad. Toda la obra posee una elevada carga de violencia (tanto moral como física) y en este sentido llama especialmente la atención, la capacidad del montaje de terminar con mucha fuerza, muy arriba, con una escena de sufrimiento y violencia, algo extremadamente complicado que se sabe valorar. Felicidades. FICHA: Texto: Lauro Olmo Equipo artístico: Escenografía Paloma Canseco ACTIVIDADES PARALELAS: Lunes con voz
“El legado teatral de Lauro Olmo”
Encuentro con el público del equipo artístisco
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ESTRELLA
SAVIRÓN (alias A golpe de efecto). Hago crítica teatral, pero sobre todo amo el teatro, e intento lograr la difusión de la cultura de una forma veraz e independiente. He colaborado en varios medios en España y fuera de nuestras fronteras y en programas de radio dedicados a las artes escénicas. En 2007 creé Agolpedeefecto.com, una revista digital que tenía como objetivo la difusión de la cultura, con amplitud de miras y aún sigo en el empeño. |
FOTOS: | marcosGpunto - fotos ensayo . CDN |
FECHA: | Febrero 15 |
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