El Arquitecto y el Emperador de Asiria se propone como metáfora de una sociedad que no busca valores como la sabiduría o la justicia sino que, en la búsqueda por imitar o anhelar imperios ficticios, cae cíclica y repetidamente en sus propios errores. Es una obra que se anima a meterse con el comportamiento humano y con los vínculos, que son los que –finalmente– nos definen como seres marcados por la culpa. Arrabal habla de nuestro universo sagrado, de la lucha interior por todo aquello que somos y que anhelamos ser en la búsqueda de nosotros mismos. A través del humor, la poesía y el absurdo construye fantásticamente este recorrido con una vigencia que sinceramente impacta. Si bien se trata de una obra con casi medio siglo de vida, parece haber sido escrita ayer. Corina Fiorillo

Comentario:

Este 23 de septiembre de 2015, ha llegado a las Naves del Español (desde Buenos Aires) ‘El arquitecto y el emperador de Asiria’, de Fernando Arrabal, y como es habitual no exento de cierta polémica. 'El arquitecto y el emperador de Asiria', una de las primeras obras de Arrabal escrita en 1966 llega a Madrid gracias a 'un acuerdo de colaboración entre el Ayuntamiento de Madrid y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que permite al Teatro Español (Teatro Español y Naves del Español) y al Complejo Teatral San Martín de Buenos Aires desarrollar actividades culturales conjuntas en los teatros y espacios públicos de ambas ciudades'. Una colaboración que incluye no solo la representación de las obras, espacio, etc., también el intercambio de actores y demás personal.

'El arquitecto y el emperador de Asiria' ha aterrizado en la capital con posturas encontradas, el espectador sale del teatro encantado o pensando que lo visto es una auténtica ‘M’. No parece existir término medio, y es que esta obra está llena de absurdo, humor, poesía, juego, más juego, carreras alocadas, blasfemias, traseros al aire, gritos, canibalismo, flores de plástico, etc., vamos, para todos los gustos, pero no olvidemos que fue escrita en un momento de nuestra historia reciente donde todo tenía un valor de provocación a una situación social y política determinada. Aquí entra en juego la sensibilidad de cada persona, personalmente blasfemias, traseros y demás, creo que ya no escandalizan a nadie, a estas alturas de la película hay muchas cosas que la sociedad ya tiene superadas, o puede que no… La polémica está servida.

El Arquitecto es el único habitante de una isla perdida, un hombre que no sabe hablar y que entra en pánico cuando El Emperador de Asiria irrumpe en la isla tras un accidente aéreo, siendo éste el único sobreviviente. Inevitablemente, se desarrolla una relación entre ambos. El Emperador enseña a hablar al Arquitecto y comienza una comunicación que imita el comportamiento humano de una sociedad 'avanzada' (siempre en tono de parodia). Esta nueva comunicación hace crecer, entre ellos, la necesidad de estar acompañados y vencer la terrible soledad. Pero El Emperador termina confesando sus pecados más íntimos, realizando su propio juicio y condenándose a sí mismo a muerte. El Arquitecto cumple la sentencia y se come al Emperador a instancias de este. A medida que El Arquitecto se come al Emperador se va transformando y convirtiendo en el Emperador, perdiendo así toda su 'inocencia'. Luego choca un avión en la isla, repitiéndose el mismo ciclo.

Corina Fiorillo directora del montaje, tiene una difícil tarea en sus manos y opta por la simplicidad escenográfica y carga todo el peso en el trabajo actoral acentuando el tono de farsa de estos dos personajes. Situados en un mundo irreal (la isla), los dos personajes juegan y ponen sobre la mesa lo absurdo de ciertos comportamientos y la forma en que una y otra vez, se caen en los mismos errores de forma cíclica, ya sabemos que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedad, o tal vez mil veces... Una exposición de lo que somos y lo que pretendemos ser desde nuestras miserias y nuestras pasiones.

Veamos la naturaleza de estos dos hombres que se encuentran en una isla: El arquitecto es un hombre ‘puro’ sin influencias externas, desconoce el habla pero tambien los convencionalismos sociales y la moral y ética impuesta, vive en un estado de armonía con el entorno que le rodea. No esta 'contaminado' y al estar en armonia puede cambiar las fases del día y la noche y los ciclos de la naturaleza a su antojo. El Emperador llega de una sociedad ‘moderna’ y ‘avanzada’, pero sus convencionalismos y su prepotencia no le sirven de nada en este entorno desconocido para él.

Comienza un diálogo entre ambos, sarcástico, irónico y absurdo donde todo es un juego.  Juegan y juegan y sus juegos evidencian la decadencia de una sociedad ‘civilizada’ frente al mundo de la isla. Así, poco a poco, se va creando una relación entre ambos que denota la gran necesidad de amor del ser humano y el terrible miedo a la soledad, quedando patente la manera en que intentamos distraer nuestra mente con cosas superfluas y efímeras como forma de no pensar y así, no darnos cuenta de nuestra penosa vida y nuestra terrible soledad.

Pero se tocan más temas en esta obra, todos ellos exaltando la parodia, la justicia, la iglesia, la infidelidad, la envidia, la dependencia, etc. Finalmente ambos personajes intercambian los roles y el Arquitecto se transforma en Emperador, así el ciclo vuelve a comenzar.

La escenografía es escasa pero suficiente, aumentando el efecto del absurdo, está formada por una mesa, una zona ‘vegetal’ y diversos armarios, alacenas y arcones con ruedas que se van desplazando por todo el espacio escénico, pero la fuerza de la obra está en la estudiada iluminación y sobre todo en el trabajo de dos actores que deben enfrentarse a un texto muy complicado, más por su estructura que por su contenido, y a pasear sus carnes serranas por todo el espacio escénico, narrando, gritando y corriendo desaforadamente. Un trabajo complicado y difícil, del que Fernando Albizu y Alberto Jiménez salen airosos y puedo suponer que agotados. Aunque el tono de toda la obra es de parodia, lo cierto es que estos dos personajes están cargados de una gran tristeza y sobre todo, frustración y miedo.

Esta claro que cada persona tendrá su propia visión, que bien puede ser completamente dispar, ya que esta obra da pie a todo tipo de interpretaciones, opiniones y análisis.

FICHA:

Dirección: Corina Fiorillo
Reparto por orden de intervención
EL EMPERADOR DE ASIRIA Fernando Albizu
EL ARQUITECTO Alberto Jiménez
Ficha artística:
Coordinación de producción CTBA Gustavo Schraier
Asistencia de dirección CTBA Ana Belén Saint-Jean y Ticiana Tomasi
Asesoramiento de casting          Norma Angeleri
Asistente de iluminación Carolina Rabenstein
Asistencia de vestuario Daniel Chihuailaf
Asistencia de escenografía         Sofía Eliosoff
Diseño y realización de máscaras y espantapájaros          Norberto Laino y Sofía Eliosoff
Ayudante de escenografía en Madrid            Alessio Meloni
Música original y diseño sonoro           Rony Keselman
Iluminación Soledad Ianni
Vestuario     Gabriela A. Fernández
Escenografía Norberto Laino
 
Una producción asociada del Complejo Teatral de Buenos Aires (CTBA) y el Teatro Español de Madrid