Sinopsis: Y un ojo más grande que otro, un diente raquítico, la nariz desplazada y mi corazón acelerado. No me gusta la gente perfecta, la detesto, prefiero la belleza de imperfección. He hecho este espectáculo porque me lo debía a mí mismo. Un pulso conmigo mismo, con mi fragilidad, con mi debilidad y con mi imperfección. Con lo que uno es para los demás y con aquello tan íntimo, que uno es consigo mismo. “Una vida humana se compone de tres líneas sinuosas: lo que un hombre ha creído ser, lo que ha querido ser y lo que fue”, M.Youcernar.

Comentario:

Borja Roces nos presenta la primera parte de La Trilogía del desencanto: PEQUEÑO DEFECTO DE FÁBRICA en un espacio poco habitual, el Espacio Cultural La Victoria - Sala Samotracia de Madrid (c/ santa Isabel 40). Peculiar espacio cultural abierto a todo tipo de propuestas. Un lugar para disfrutar de la cultura, una buena charla con amigos y para comer y beber. El local se divide en dos plantas, en la planta de calle se aloja el bar y en la de abajo, un rincón de lectura y un pequeño teatro con unas 30-50 localidades para el disfrute de variedad de propuestas.

Pequeño defecto de fábrica, fue creado en residencia artística, en El Huerto Espacio Escénico, y estrenado allí en 2012, además ha estado ya en salas de la escena madrileña, concretamente en la Sala Bululú, en DT Espacio Escénico, etc. Esta obra fue invitada al XIX Encuentro de Teatro Latinoamericano de Copiapó, Chile, y se ha representado fuera de Madrid en diferentes momentos. En esta ocasión, la obra se ha adaptado a las peculiaridades del espacio donde esta representada manteniendo la estructura dramática.

Borja Roces nos ofrece un espectáculo unipersonal, donde se muestra en estado puro, mostrando toda su imperfección tan personal y a la vez tan común al resto de los mortales como aire que respiramos. Borja Roces se mira en un espejo y se ve a si mismo, y en su reflejo toda su intensidad, su lado imperfecto, su lado femenino, su lado artístico, su lado personal, su lado humano….. y los expone ante el espectador.

Una obra que reivindica la imperfección, ya que es lo que nos hace diferentes, auténticos, lo que nos da identidad, la perfección esta bien, pero es aburrida, y lo imperfecto puede ser hermoso y esta lleno de sorpresas. La imagen como esencia, como nos vemos, como nos ven, lo que proyectamos, etc., salen a escena en una serie de pequeños fragmentos dialogados, de forma valiente y muy personal.

Los diferentes instantes en el tiempo y sus diálogos son interesantes, con una mezcla de ingenuidad y chispa que hacen que escuchar a Borja sea un agradable ejercicio, sin embargo, existen transiciones entre fragmento y fragmento hablado en los que Borja Roce realiza sus transformaciones, se cambia de ropa y maquilla de espaldas al espectador proyectado su imagen sobre una pantalla, estos espacios de tiempo en silencio se hacen demasiado largos, y el ritmo del espectáculo baja en picado, volviendo a subir cuando Borja vuelve con sus monólogos, por los que el espectador se encuentra en un carrusel de energía que no deja de subir y bajar.

Demasiado tiempo en silencio (en los cambios de vestuario, mientras bebe vino, etc.) son mucho más efectivos en el cine, en el teatro se tiene el peligro de que el público baje demasiado su nivel de energía y no pueda aprovechar todo lo que la obra pueda ofrece. Es posible que sea un efecto de la adaptación de esta primera parte de la trilogía al espacio o tal vez, una percepción personal, en cualquier caso, es justo mencionarlo.

Borja Roce nos ofrece un trabajo muy personal y arriesgado en el que se atreve con todo, canta, se transforma, recita, interpreta, expresa, simula, para recordarnos que todos tenemos pequeños defectos de fábrica. Una reflexión en primera persona sobre nosotros mismos, nuestra forma de vernos, ver, aceptarnos, manipularnos y rechazarnos.

Intérprete: Borja Roces
Dirección y textos: Borja Roces
Creación: en ElHuerto