Andrés Vicente Gómez, productor del montaje, sólo tiene palabras de agradecimiento para los Teatros del Canal por la confianza depositada en su proyecto y para todo el equipo que ha trabajado en él por su constancia y su tenacidad. Todo comenzó cuando le contó la idea a Ray Loriga y éste en pocas horas bosquejó un argumento que tras aproximadamente veinte versiones previas acabó cobrando la forma definitiva Luego se sumó a la empresa Víctor Conde, que se puso a trabajar duro desde el minuto uno. Asegura que sin la dedicación y el esfuerzo de éste último, la obra nunca hubiera podido llevarse a cabo.

Por su parte Conde nos revela que se quedó muy sorprendido cuando recibió la llamada de Vicente Gómez encargándole dirigir un musical de tamaña envergadura. Le fue imposible decir que no incluso sin tan siquiera haber leído el guion. El proceso de creación duró más de un año, durante el cual se involucró de lleno ya que se trataba de hacer un espectáculo completamente nuevo, que no estaba basado en ninguna película previa ni nada parecido.

Día a día con Ray Loriga definieron los personajes y dieron consistencia al fondo de la historia. Luego había que trasladarlo todo al escenario en carne y hueso. Se cuidó muy especialmente una carpintería teatral capaz de hacer tangibles la historia y las canciones de Albert Hammond. También fue toda una experiencia ver al músico sentarse frente al piano y crear un hit en un instante delante de sus propios ojos.

Otra fase maravillosa del proceso fue la de ver los diseños de vestuario de Yvonne Blake salirse del papel y cobrar vida movidos por los actores. En resumen se muestra satisfecho de todo el trabajo del equipo creativo debido a su gran respeto por la profesión y su gran capacidad para hilvanar escenas y canciones. Escoger a los protagonistas asegura que fue lo más fácil porque conocía a gente de gran talento que rápidamente mostraron interés por participar y no fue necesario hacer largos y tediosos castings.

Ray Loriga, autor del texto, nos confiesa que se trata de su primera experiencia en el mundo del teatro musical y que ha sido necesario realizarlo poco a poco. El tema central de la obra es la necesidad de tener sueños y de seguirlos en la vida sin dejar que se destruyan. Define a todo el equipo como un puñado de soñadores testarudos que han trabajado hasta la extenuación para sacar la obra adelante. Según dice, no podría estar más orgulloso, feliz…. y cansado.

Asegura que ha tenido que realizar un trabajo “espiritual”, para poderse meter en la piel de un beduino del desierto. Ha tenido que viajar hasta Arabia, leer su literatura (especialmente su poesía) y oir su música, conocer la cultura de oriente próximo para poder destilarla en “El último jinete”.

Yvonne Blake, encargada del vestuario, se encontraba tomando el sol junto a la piscina cuando recibió una llamada que le propuso ocuparse de vestir un musical ambientado en el mundo árabe. Al día siguiente recibía el guion y aceptaba encantada la oferta tras leerlo de un tirón. El teatro musical es un género que no había tocado antes y confiesa que se ha divertido como nunca. Tuvo que adaptarse y conseguir realizar numerosos y rápidos cambios que fueron posibles gracias al talentoso equipo con el que contaba. También reconoce sentirse muy emocionada por el espectáculo, la música y la luz.

Alber Hammond, autor de la mayoría de las canciones que integran el musical afirma que nunca se había sentido tan a gusto como en este trabajo, gracias al entusiasmo depositado por todos. Como anécdota nos cuenta que una noche se levantó a las cuatro de la madrugada para grabar algo al piano y que al día siguiente por la mañana apenas si estaba seguro de haberlo hecho realmente o haberlo soñado. Y ahí estaba la balada principal del espectáculo. También nos asegura que “El último jinete” es una de las mejores cosas que le han pasado en la vida.