valoración: 6.5

Sinopsis: Carlos Gutiérrez (Elvis) es un cantante separado que tiene una pequeña hija llamada Lisa Marie a la que no ve muy a menudo. Siempre vivió su vida como si fuese la reencarnación de Elvis Presley. Negando a Carlos y su realidad. Pero está a punto de cumplir los mismos años que su ídolo tenía al morir y su futuro se muestra vacío. Una situación inesperada lo obliga a hacerse cargo de su hija. En esos días Carlos logra conocerse como padre y Lisa Marie aprende a aceptarlo tal cual es. Pero el destino le presenta una decisión difícil. En un viaje de locura y música Carlos deberá elegir entre su sueño de ser Elvis y su familia.

Comentario:

Carlos en un fan de Elvis. Bueno, en realidad es mucho más que eso. Le imita a la perfección, su voz, su estilo, su ropa, su forma de moverse en el escenario… es sin duda el vivo retrato del gran mito en su última etapa. Tiene una banda con la que hace actuaciones en fiestas privadas y garitos a veces de “escaso glamur” pero eso es lo que le mantiene ilusionado. Ni su exmujer ni su hija ocupan un puesto predominante en su vida, para él lo primero es la música. De hecho se hace llamar Elvis en todo momento y lugar y no soporta que nadie le llame por su verdadero nombre. Trabaja en una aburrida fábrica donde se pasa toda la jornada con los auriculares puestos oyendo “su repertorio”.

Visto desde la distancia parece un personaje ridículo y patético pero, poco a poco, a medida que avanza la trama, te das cuenta de que precisamente se refugia en su fantasía para huir de lo mezquina y vacía que en realidad es su vida. Constantemente está apremiando a los miembros de su banda en los ensayos porque es perfeccionista hasta la médula. Ahorra todo el dinero que puede y planea dar el salto fuera de la ciudad para triunfar. Pero su identificación con el personaje al que tanto admira va en realidad mucho más allá de lo que se imaginan todos los que le rodean.

Una película parsimoniosa, con la magia del genuino rey del rock y una visión ácida sobre lo que es la vida de una persona normal y corriente en comparación con la de una estrella. Cuando la admiración y la devoción llegan demasiado lejos, la propia identidad se difumina y uno puede llegar a desperdiciar lo que tiene por el deseo de alcanzar lo imposible.