valoración: 4

“Sed buenos, si podéis”...se ha convertido en la proverbial expresión de San Felipe Neri, uno de los santos más queridos de la historia de la Iglesia. El santo de la alegría, el juglar de Dios, el segundo apóstol de Roma, Pippo el bueno, todas estas son sólo algunas de las definiciones de este sacerdote que nació en Florencia en 1515 y vivió más de 60 años en Roma.

Mientras tenía lugar el Concilio de Trento y comenzaba la llamada Contrarreforma, San Felipe formaba a los más jóvenes con ternura e ironía acercándoles a la Liturgia y logrando que se divirtiesen cantando y jugando en un lugar que más adelante se convertiría en el Oratorio, proclamada congregación por el Papa Gregorio XIII en 1575. San Felipe Neri, en su larga vida fue amigo de San Ignacio de Loyola y del cardenal Carlos Borromeo pero él, en su vocación, cuando se le preguntó.

“Sed buenos, si podéis” se ha convertido en la seña de identidad de San Felipe Neri encarnado por el actor Gigi Proietti, que esta bastante correcto en su interpretación.

En general, tanto adultos como los niños son interpretados con cierto nivel de credibilidad, toda la película esta rodada en un tono familiar, amable, sin malicia incluso ingenuo que recuerda a otras y que siempre son agradables de ver.

Inicialmente, nació como una serie de televisión emitida en la Radiotelevisión Italiana (RAI), siendo un record de audiencia, de ahí se ha sacado una versión reducida para las salas de cine, por otra y gracia de Giacomo Campiotti.

Sin ser una buena película y sin grandes medios ni gran presupuesto, el resultado esta adaptado a un público familiar que gusta de las películas de tono amable.

Que se podía sacar mucho más partido a la historia, es indudable, sobre todo el final, es como una gran pérdida de sentido, si se lo hubiera ahorrado, eso que hubiera ganado la película, pero esto es lo que hay, y eso sí, te aseguro que tendrás en la cabeza durante algún tiempo una cancioncilla (prefiero el paraíso……)