valoración: 6.5

Roberto, un publicista en paro, es rechazado por todas las agencias en las que solicita trabajo. Su situación económica es desesperada. Ya nadie valora que fuera el creador del archiconocido slogan "la chispa de la vida" de Coca-Cola.

Todo cambia cuando de pronto sufre un accidente que le hace debatirse entre la vida y la muerte. Queda atrapado de tal forma que ni el Samur, ni los bomberos, ni siquiera los médicos se ponen de acuerdo en cómo rescatarlo.

Lo absurdo y dramático del suceso provoca el interés de los medios de comunicación. El protagonista decide aprovechar su experiencia como publicista para explotar la situación, convirtiéndola en un espectáculo mediático. Para ello contrata a un representante. La idea es simple: Vender la exclusiva a las televisiones y solucionar para siempre el futuro de su familia.

Luisa, su mujer, llega al lugar del accidente y asiste impotente al espectáculo que se ha generado alrededor de su marido. Intenta convencerle de que desista de su idea, pero la obsesión de Roberto por conseguir la exclusiva es cada vez mayor. Sin embargo, las negociaciones con las televisiones se eternizan, los intereses afloran y el rescate se complica. ¿Conseguirá el protagonista salvar su vida? ¿Preferirá dar la vida a cambio del dinero?.

Es difícil no tener ciertas expectativas antes una película de Alex de la Iglesia, en este caso es mejor dejar la mente en blanco y mirar la película sin ideas preconcebidas ni del director ni por los actores que la interpretan.

Encontramos un director mucho más comedido, menos “salvaje”, menos visceral, como lo queráis expresar, que en otras ocasiones, esto no significa que la película no tenga su punto, en realidad Alex de la Iglesia no deja títere con cabeza realizando una critica social brutal en la que no se salva ni el tato, pero que no deja de ser real como la vida misma, además explota al máximo el factor emocional, mezclando situaciones muy dramáticas con puntos de humor o situaciones bastante surrealistas.

En la Chispa de la Vida, todo tiene un precio, todo es susceptible de ser comprado y/o vendido, incluido la propia vida y la dignidad, algo muy real en nuestra sociedad actual donde, las situaciones desesperadas que vivimos nos llevan a posibles soluciones también desesperadas en las que, en algunos casos, la perdida de la dignidad es evidente.

La película comienza de forma irregular, sin fuerza y algo artificial pero a medida que transcurre el tiempo, la cosa va tomando cuerpo y va captando tu interés, que agradable sorpresa.

Respecto a los actores, la primera sorpresa es el papel protagonista de José Mota, he de reconocer que tenia ciertas reticencias al respecto, su interpretación es bastante correcta aunque no puede quitarse de encima la carga cómica, se le notan evidentes carencias dramáticas que hacen que ciertas escenas con fuerte carga dramática resulten poco convincentes. El resto de actores secundarios muy correctos, especialmente Blanca Portillo, tanto Fernando Tejero como Juan Luis Galiardo algo exagerados.

Pero tenemos dos actuaciones que me parecen dignas de resultar:

En primer lugar Salma Hayek, que al comienzo de la película no parece tener demasiada química con Mota, pero que poco a poco va formando el personaje de Luisa, la mujer de Roberto (José Mota), realizando unas escenas (sobre todo en la parte final) que son un regalo para el espectador.

Y después, Manuel Tafallé, como guarda del museo, que nos regala una actuación emotiva y cercana, que pone el punto de credibilidad a las escenas, un secundario de primera.

Ahora, que cada uno saque sus conclusiones.