valoración: 7.5

Cuba, 1993. Eunice, adolescente huérfana de madre, quiere alejarse del acoso sexual de su padre y escapa de casa, en busca de su hermana que vive en un pueblo cercano a la capital. Alejandro, un joven rockero, está cansado de ser discriminado por la sociedad, y, luego de robar una farmacia, parte con un par de amigos hacia La Habana donde les aguarda una extraña promesa de libertad. El azar cruza los destinos de ambos jóvenes y juntos deciden salir en busca de un paraíso, quizás real.

Todos tenemos una idea preconcebida sobre lo que es Cuba. Sólo mencionar su nombre nos trae a la mente el sol, la playa, el son cubano y el ron. Pero obviamente en la isla hay muchas más cosas y no todas tan agradables.

Boleto al Paraíso nos cuenta la odisea de Eunice, una chica que en el año 1993 escapa de casa huyendo de los abusos de su padre y acaba uniéndose a una pandilla de “frikis”, lo que en España llamaríamos “perro-flautas”. Y así comienza para ella una vida de vagabundeo salpicada de droga, delincuencia y prostitución, todo ello debidamente aderezado con una banda sonora del heavy más estridente.

Las perspectivas no son muy buenas, pero es eso o soportar las vejaciones a que la sometía su padre. Poco a poco su relación con Alejandro, uno de los chicos de la panda, hace que se vaya de alguna manera integrando cada vez más en su mundo, aunque a los demás les cuesta aun aceptarla como una de ellos.

La situación empeora tanto económicamente que algunos de los chicos deciden infectarse de sida voluntariamente para así ser acogidos en un sanatorio de La Habana donde les cuidarán y podrán disponer de cama y mesa sin tener que preocuparse ya por nada.

La película retrata muy bien las penurias y miserias que llevan a los jóvenes a cometer esta especie de suicidio (en aquel entonces una persona que contraía el virus no vivía más de cuatro años) cuando ya no encuentran otra salida.De hecho el guión está basado en historias reales recopiladas en el libro Sida: confesiones a un médico del doctor Jorge Pérez.

A pesar de lo dramático del argumento la película se disfruta en cierta manera, porque contiene muchas escenas en las que distintos personajes buscan cómo satisfacer sus propias necesidades. A su manera, cada uno persigue su propio Boleto al paraíso.

En definitiva un retrato social tan crudo como la vida misma.