información:

(EN ROJO INFORMACIÓN FACILITADA POR LA COMPAÑÍA / TEATRO):

Monólogo basado en la posguerra española, donde un grupo de mujeres son encarceladas en la madrileña prisión de Ventas. 'La voz dormida' enarbola la bandera de la dignidad y el coraje para lograr enfrentarse a la humillación, la tortura y la muerte.

LA VOZ DORMIDA. Un canto a favor de la paz, la libertad, el amor, la lucha por la vida de Dulce Chacón con Laura Toledo como Pepita, dirigida por Julián Fuentes Reta. Cuatro candidaturas a los Premios Max 2018: Mejor dirección, mejor adaptación, mejor interpretación femenina y mejor escenografía.

comentario:

LA VOZ DORMIDA se presenta como una adaptación de la novela de Dulce Chacón del mismo nombre (publicada en 2002), novela centrada en la situación de las mujeres víctimas de la represión franquista durante la postguerra (especialmente durante los años cuarenta). Dulce Chacón tardó aproximadamente cuatro años en escribir LA VOZ DORMIDA, y lo hizo utilizando para ello testimonios de mujeres entrevistadas por todo el país. A partir de esta novela y gracias a la adaptación teatral de Cayetana Cabezas, se ha construido un monólogo con una protagonista principal, Pepita Patiño una joven que narra en primera persona sus vivencias y da voz a muchas mujeres que sufrieron la dura postguerra española.

Si bien, tanto la novela como la película son mucho más ricas en personajes, historias, matices, etc., la adaptación teatral realizada por Cayetana Cabezas tiene el indudable mérito de concentrar y reinterpretar la historia otorgando el protagonismo en un solo personaje, eso sí, manteniendo el foco en la esencia de la historia, que ahora llega a nosotros a través de las vivencias en primera persona de una costurera.

Julián Fuentes Retas dirige esta propuesta de forma equilibrada y bien medida, dotando al conjunto de la misma de una cuidada serenidad que, junto a un entorno visual de fuerte carga simbólica, mueven el relato entre el dolor y la esperanza, impregnado la propuesta de una poética más sutil que en otras propuestas del director como ‘Cuando deje de llover’, ‘En defensa (un concierto de despedida)’, ‘USHUAIA’, la durísima ‘HARD CANDY’, ‘Infierno’, etc.

Así pues, bajo la dirección de Julián Fuentes nos encontramos ante un relato intimista, en el que la joven andaluza Pepita Patiño, nos cuenta la situación de las mujeres de la época, el miedo, el sinsentido de la guerra, los abusos, la situación de las mujeres en las cárceles franquistas, etc. El relato, de tono moderado y sereno, pero no exento de fuerza, se centra principalmente en dos situaciones concretas que prácticamente definen su estructura hasta casi su parte final, (aunque no olvida en ningún momento el espíritu general de su temática sobre la situación de las mujeres durante la postguerra), en primer lugar, la situación de la hermana embarazada de Pepita Patiño (como referencia a las mujeres encarceladas y sus condiciones), y su fusilamiento llevado a cabo después del parto (con todo lo que conlleva ese relato), y en segundo lugar, su inesperado enamoramiento de un joven comunista, lo que la convirtió, a su pesar, en enlace (guerrillera del llano o milicia pasiva) de los maquis (guerrilla antifranquista), lo que provocó en ella una constante desazón creada por la mezcla de dolor, angustia, miedo y amor.

El monólogo protagonizado por Laura Toledo, que pone voz y cuerpo a Pepita Patiño, comienza algo frío, pero poco a poco, la acción va apoderándose del tono que la narración requiere, y así Laura Toledo es capaz de mantener nuestra atención y conseguir aportar su propia fuerza al relato. Laura Toledo aporta a su personaje naturalidad, junto a una presencia creíble y cercana que se apoya en las palabras y los gestos. Además, Laura Toledo se mueve segura por un espacio escénico diseñado por Julián Fuentes, que se apoya en el simbolismo, con una máquina de coser, grandes hilos que cubren el espacio y que se enmarañan a modo de telas de araña, el predominio de colores negro, blanco y rojo, una iluminación tenue o directa según el momento diseñada por Joseph Mercurio, la música y el espacio sonoro de Luis Paniagua, y la evocadora y constante presencia de una figura masculina (casi siempre de espaldas) de Ángel Gotor representando ese amor que aunque existe y está patente es inalcanzable, una presencia que no siempre ayuda al desarrollo de las escenas, ya que en algunos momentos distrae. Laura Toledo, se mueve por todo el espacio escénico (aunque cada momento y situación tiene su espacio determinado) e interactúa con los elementos simbólicos existentes en este espacio mediante una coreografía escénica cuyo desarrollo, en su conjunto, es capaz de engancharnos con las conexiones emocionales de las mujeres del pueblo, del campo, las que cosen, las que sufren, las que intentan sobrevivir, etc., así como a los hilos vitales que unen y se rompen, a las familias rotas, al dolor y el miedo, a la patria fragmentada, a la esperanza de la paz…

LA VOZ DORMIDA, es una propuesta poética, serena, pero intensa en su mensaje, que pone palabras a esos grandes silencios de nuestra historia, a partir de un personaje que representa a muchos y cuyo anhelo era simplemente vivir en paz.

‘Hablar me sirve para recordar a mis muertos. Ya nunca tendremos la voz dormida al lado de la boca, hermana. La voz que no quiso contar que todos habían muerto, ha despertado’.

 

ficha:

Reparto

Protagonizada por Laura Toledo
Con la colaboración de Ángel Gotor

Ficha artística

Adaptación: Cayetana Cabezas
Música y espacio sonoro: Luis Paniagua
Iluminación: Joseph Mercurio
Espacio escénico: Julián Fuentes 
Producción: Salvador Collado
Dirección: Julián Fuentes