Virginia; una mujer común y corriente asqueada de su monótona vida, se encuentra en una noche de insomnio, los somníferos se han acabado, es tarde y ya es imposible conciliar el sueño.

Es ahí, en ese desvelo en particular, cuando aparece una manzana mordida por las ratas que atormenta sus pensamientos y que la llevará a sumergirse en un discurso profundo y crítico sobre el sentido de su existencia y la nuestra como sociedad moderna. (en rosa INFORMACIÓN FACILITADA POR LA COMPAÑÍA / TEATRO).

COMENTARIO:

La rabiosa Teatro estrena en Madrid ‘LA MANZANA DE KAFKA’ cuarto montaje de esta compañía, enteramente femenina, que nació en 2010 con el propósito de reivindicar a la mujer como un ser social y luchador. Después de ‘Lo que el Mapocho se llevó’, ‘La Comunidad de las Chanchas’ y ‘El Delirio y la Princesa’, Maria Figueroa directora y dramaturga de la compañía sigue apostando por mostrar la situación de la mujer dentro de la sociedad patriarcal actual, indagando en las dificultades de la existencia femenina en situaciones bajo la influencia de roles de género muy marcados. Crítica social que además no se olvida de las consecuencias del sistema productivo actual y del egoísmo e individualismo de nuestra sociedad.

Para ello, Virginia, la protagonista de la propuesta (Paulina Díaz Célèry), se enfrenta a una vida en soledad y precariedad, a la búsqueda de empleo y al baile de comportamientos, en su mayoría, contrarios a sus creencias éticas y morales pero necesarios para conseguir sus objetivos. La hipocresía de una sociedad donde la apariencia y la superficialidad son la clave del éxito.

Y así, encontramos la referencia a Kafka que da nombre al título de la obra, LA MANZANA DE KAFKA, partiendo de ‘La metamorfosis’, que (recordando el argumento) nos narra la historia de Gregor Samsa, empleando para ello no solo la historia de Gregor en sí misma, también utilizando símbolos y metáforas para hablarnos de como la sociedad excluye a los individuos que no se adaptan a sus cánones, y sobre el egoísmo del ser humano. Las manzanas que le son lanzadas a Gregor, por supuesto tienen su importancia, representan el dolor físico y mental, el dolor del cambio, el aprendizaje, el resentimiento, el sufrimiento, el exilio, la pérdida de nuestro lugar y nuestras referencia en el mundo, algo que le sucede a Virginia que lucha por encontrar un lugar que le permita sobrevivir mientras sufre en sus propias carnes como la sociedad excluye a sus miembros ‘menos valiosos’...

Virginia busca empleo, está sola, no tiene dinero y en su vivienda habitan las ratas sus únicas compañeras, en este estado, sumergiéndose en un pozo que parece no tener fondo, se dan los elementos idóneos para agudizar el sentido crítico y debatir sobre nuestro papel en la sociedad, nuestra existencia, en cómo trata la sociedad a los individuos que la forman, en especial al trato que se otorga a sus diferentes miembros según los roles de género impuestos y sobre todo aquello a lo que nos vemos obligados a sacrificar (ideales, sueños, valores, creencias, etc.) para anteponer la supervivencia a la existencia.

La propuesta en formato unipersonal se sustenta sobre una base interesante, aunque parece necesitar algunos ajustes (respecto al tono, la separación entre las escenas y los tiempos) aún se encuentra en plena evolución, así que seguro que encontrará el tono justo con el necesario rodaje. Además, el trabajo de Paulina Díaz Célèry dando vida a Virginia es digno de mención por su honestidad, su entrega, su forma de transmitir el conflicto. Todo un aliciente para pegarle un bocado a esta manzana.

FICHA:

Dirección y diseño: Maria Figueroa
Dramaturgia: Belém Galáz
Elenco: Paulina Díaz Célèry
Producción y asistencia de dirección: Maile Prada.