Entramos en el mundo de Antonio y Lucía, dos  “hermanos mellizos” que dan rienda suelta a sus  angustias y manías, con el objetivo de atravesar un tiempo que pareciera decidido a no transcurrir.

Ambos construyen a cada minuto su entorno, creando un mundo que va más allá de las paredes de su cuarto, todo esto, con el fin de soportar su realidad.  

Una obra que nos propone un desafío hacia la reflexión, mostrándonos el sinsentido de nuestra vida contemporánea, la de todo ser humano; cuestionándonos sobre nuestra existencia, nuestra realidad, nuestras relaciones y nuestra manera de ver el mundo, en  una parodia de la vida misma.

Comentario:

Víctor Vegas escribió este texto ‘Pieza para dos actores ‘en 1989, desde entonces ‘EL CUARTO’ se ha representado en múltiples ocasiones en diferentes países. Ahora, esta claustrofóbica historia llega a Madrid bajo la dirección de Omar Morán con Paulina Días como asistente de dirección.

Omar Morán Reyes ha apostado, con su dirección, por una puesta en escena inquietante y oscura, alejada de las puestas en escenas anteriores, de otros directores, que han utilizado un tono de comedia general como línea argumental de esta ‘Pieza para dos actores’. Además, ha optado por sustentar la fuerza de la propuesta en un trabajo actoral medido, en un constante tira y afloja de un texto y un ritmo,  envueltos de una sosegada ansiedad vital.

Antonio y Lucia son dos hermanos mellizos que se encuentran encerrados en una habitación, para sobrevivir en este espacio cerrado, limitado y oscuro, inventan vidas, situaciones y momentos que van representando y viviendo para alimentar su propia existencia. Al mismo tiempo que analizan y cuestionan las razones de la situación en que se encuentran.

Pero, ¿Por qué están aquí?, ¿qué paso?, ¿qué les llevo a esa situación?... Todo se rodea de un halo de misterio, algunas pistas se dejan en el aire mediante pequeños comentarios, esbozos que se usan para que el espectador construya, al igual que los protagonistas, su propia historia, los motivos de un abandono, dejando abiertas algunas oscuras puertas a la imaginación.

Nos encontramos frente a una escenografía sencilla, su estructura separa el espacio escénico en diferentes puntos de atención, un colchón en el suelo sobre el que, nuestros protagonistas, duermen y descansan; un sofá y algunos elementos más que van tomando protagonismo con la utilización de la luz. Utilizando puntos de luz directa se enfatizan momentos determinados, mientas el resto de los espacios permanecen en una oscuridad velada y buscada, que remarca ese pequeño universo asfixiante e inquietante donde ambos hermanos conviven.

El ambiente general de la obra, oscuro y cerrado, se completa en una selección musical muy apropiada de acid folk con temas de CocoRosie como Beautiful Boys, Björk, etc. Estos temas remarcan y enfatizan el bucle continúo en el que se encuentran atrapados estos dos hermanos dentro de una habitación.

Antonio Escamez y Silvia Campos  dan vida a Antonio y Lucía, dos personajes cargados de culpas y remordimientos atrapados en un bucle sin fin aparente.  Antonio Escamez y Silvia Campos cambian de registro constantemente, recreando a dos hermanos que pivotan de dominadores o dominados, son víctimas y verdugos, son lentos de mente y cuerpo o rápidos, son ellos o en realidad son solamente personajes de las historias que inventan. Un trabajo complejo que defienden de forma honesta y comprometida, algo que el espectador es capaz de ver, valorar y agradecer.

Una propuesta con diversos puntos de interés que nos invita a cuestionarnos nuestra existencia y la manera en que vemos mundo, utilizando diferentes perspectivas e invitando a que cambiemos el color del cristal con que miramos.

FICHA:

Antonio: Antonio Escamez
Lucía: Silvia Campos

Dramaturgia: Víctor Vegas
Asistente de dirección: Paulina Días
Puesta en escena: Omar Morán