Ya a comienzos del siglo XX Valle-Inclán en “El retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte” denuncia la necesidad de romper un modelo basado en la complicidad y en la falta de aventura. Clama el nacimiento del hombre subjetivo.

“Es la intuición un divino cristal, y lo quebró el pecado” Ramón María del Valle-Inclán

Mi trabajo como directora está en denunciar la pertinaz existencia de la maldad, en denunciar los espejos cóncavos que la sociedad pone delante de los seres humanos, quizás para que se vean perversos, feos, esperpénticos, falaces y faltos de la mínima dignidad. La lectura de éste texto, que ya puede ser considerado clásico, trata de rescatar del abismo aquello que quedó grabado en la memoria celular de la humanidad desde la actitud de hidalgo. Así mismo trata de acercar al calor de la lumbre cualquier condicionante humano.

El encuentro con Valle-Inclán nos marca un antes y un después, nos obliga a ver al toro de frente, nos evidencia la existencia de los infiernos y nos eleva hasta los sones de la ciringa del viejo Baco, nos ayuda a sentirnos como partículas del Universo, como ignorantes receptores, sordos y ciegos de todos sus movimientos.

El lenguaje de Valle-Inclán que consigue mezclar pasado, presente y futuro en la unión de tan solo dos palabras, te forja y te fuerza a convocar el valor. Su lenguaje popular y elitista, punzante y directo evidencia los laberintos de los ruidos que se agolpan en las cabezas de todos. Son los miedos los que hacen nacer a los pecados, son los permanentes recorridos por la ruta de la razón los que secuestran la posibilidad de la inteligencia. Es el secuestro de la sensibilidad lo que nos hace esclavos y miserables, menesterosos y clónicos. Irina Koubeskaya.

Comentario:

Una vez más el Teatro Tribueñe da muestras de su amor por el teatro y por los clásicos, esta vez con un texto de Ramón M. del Valle-Inclán ‘LIGAZÓN‘, con dirección, como es habitual, de Irina Kouberskaya. ‘LIGAZÓN‘, se publicó el 8 de mayo de 1926 y se representó en el Círculo de Bellas Artes de Madrid ese mismo año, con dirección escénica del propio Valle-Inclán. En 1927, el autor la incluyó en la recopilación ‘Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte’.

Ligazón, denominado auto para siluetas, es una obra corta, de entre veinte y veinticinco minutos, que Irina Kouberskaya convierte en un drama de aproximadamente una hora, donde lo esperpéntico y lo poético se entrecruzan, mientras el espectador se encuentra abrazado y envuelto por la noche, la luna, el viento y el agua en un mundo dentro de este mundo.

En una pequeña aldea de Galicia, ‘La Raposa’, una mujer madura, para recaudar unos dineros pretende prostituir a su sobrina ‘La Mozuela’, con el consentimiento y ayuda de ‘La Ventera’, su madre. Las mujeres no contaban con la frontal oposición de la joven. Ésta se enamora del joven ‘Afilador’, y tras proponerle una ‘LIGAZÓN’ de sangre, le convence que la haga suya. Y hasta aquí puedo leer, ya que Irina Kouberskaya se toma la licencia de cambiar el final de la obra y darle así, mayor dimensión dramática y poética, al resultar muerto un personaje en concreto y no dejar en el aire la identidad del muerto, como en la obra original.

Los textos de Ramón M. del Valle-Inclán son magníficos, aunque debo reconocer que no son exactamente fáciles, especialmente para el espectador no acostumbrado a este tipo de lenguaje por el uso de las palabras, de galleguismos, de invenciones gramaticales, etc. En este sentido, Irina Kouberskaya realiza una versión que acerca más el texto al público en general, con la utilización de elementos ajenos a la obra pero que le otorgan otra dimensión, las luces, el vestuario, la gestualidad, el video, las referencias orientales, etc.

Claro de luna. El ventorrillo calca el recuadro luminoso de su puerta en la tiniebla de un emparrado. A la vera del tapial, la luna se espeja en las aguas del dornil, donde abrevan las yuntas. Sobre la puerta luminosa se perfila la sombra de una mozuela. Mira al campillo de céspedes, radiados con una estrella de senderos. Pegada al tapiado, por el hilo que proyectan las tejas, una sombra –báculo y manto– discierne con trencos compases su tenue relieve. La sombra raposa conquiere a LA MOZUELA.

La obra comienza en la oscuridad de la noche, la luna en el centro del escenario ilumina el momento mientras se escucha los sonidos emitidos por un rebaño de animales, la noche es protagonistas, ‘la noche todo lo atolondra’, y la luna llena blanca, roja y azul, el agua, el rio, miseria, hambre y poética.

Como siempre, se deja ver la cuidada estética, y el esmerado tratamiento del sonido y el manejo de las luces, sello de identidad de Tribueñe, todos los detalles están cuidados, el pelo recogido de la joven moza con sus ropas claras color crema y las conchas marinas en su falda que emiten un constante sonido; las mujeres mayores, de oscuro, con el pelo suelto; el afilador que con sus luces de bengala que recrean el afilar de las tijeras; los audiovisuales que nos transportan a un lugar onírico; las referencia a lo oriental que descolocan y sorprenden, y todo para descubrirnos otro mundo dentro de este mundo, un mundo al que se llega cortando el aire con las tijeras y pasando a través de un pequeño espacio, un mundo mítico, donde escapar y ser realmente uno mismo, donde dejar libres las pasiones y donde vencer la ingenuidad.

´Ligazón’ da muestra, como no podía ser de otra manera, del teatro mítico con grandes dosis de esperpento característicos del autor, donde la miseria, lo grotesco, el absurdo, lo instintivo, lo irracional y la violencia son sus exponentes, y su efecto se multiplica en el noche con los reflejos de la luna, las sombras e incluso un toque de brujería. Teatro mítico que, en este caso, se aleja de otras versiones que hemos podido disfrutar de la obra resaltando, en este caso, su efectismo visual, creando una obra bella que merece ser disfrutada con la mente abierta.

Los personajes esquemáticamente dibujados y perfectamente reconocibles, se mueve entre la ficción y la realidad y juegan a la exageración vocal y mímica para recrear el lenguaje simbólico, cargado de metáforas, donde se recrean las actitudes más ingenuas frente a los instintos más primitivos del ser humano. Catarina de Azcárate (La Mozuela), Miguel Pérez-Muñoz (El Afilador), Chelo Vivares (La Raposa), Mª Luisa Gª Budí (La Ventera), Ángel Casas (El bulto de manta y Retaco) dan vida a todos los personajes, todos realizan un excelente trabajo, resalto a la protagonista Catarina de Azcárate que irradia una belleza especial sobre el escenario y pasa sin problemas desde los registros más ingenuos y aniñados y los lugares más oscuros.

El final algo precipitado, nos mantiene en el metafórico juego de contrastes de la obra, realismo y magia, ficción y realidad, amor y crueldad, hambre y avaricia, vida y muerte, una lucha del ser humano contra los instintos más básicos de su naturaleza. Una obra llena de fuerza y pasión.

FICHA:

FICHA ARTÍSTICA:

Catarina de Azcárate (La Mozuela)
Miguel Pérez-Muñoz (El Afilador)
Chelo Vivares (La Raposa)
Mª Luisa Gª Budí (La Ventera)
Ángel Casas (El bulto de manta y Retaco)

FICHA TÉCNICA

Escenografía y figurines Hugo Pérez de la Pica
Coreógrafo Sergei Gritsay
Elaboración de escenografía Taller Arte Sano
Elaboración de vestuario Taller Bargueño
Elaboración de atrezzo Matilde Juárez
Asesor musical Hugo Pérez de la Pica
Diseño de luces Taller Arte Sano
Técnico de luces y sonido Antonio Sosa

PREMIOS

XXX Festival de Teatro Ciudad de Palencia

• Premio Mejor Dirección