Estudio Lírico es la compañía que ha presentado con enorme éxito de crítica y público seis temporadas de Ópera en Madrid y, que regresa en enero de 2013 para homenajear el bicentenario del nacimiento de Verdi con tres grandes producciones. Un homenaje sin precedentes que reúne en escena a solistas y figuras del canto internacional y a la orquesta filarmónica mediterránea, todos dirigidos bajo la batuta de la directora Elena Herrera, quien fuera directora de la Orquesta Sinfónica del Teatro Nacional de Brasilia, de la Orquesta Sinfónica de Sao Pablo y Paraiba. Ha dirigido, por varias temporadas la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, así como las orquestas sinfónicas de Palma de Mallorca, Córdoba, y Oviedo.

Desde sus comienzos, la Compañía Estudio Lírico ha desarrollado una intensa labor musical y escénica, presentado su repertorio en la red de teatros de Castilla y León y en las principales plazas y teatros de España y Portugal con un gran éxito de crítica y público y representando los distintos títulos de su repertorio en sucesivas temporadas. La Compañía Estudios Lírico y la Orquesta Filarmónica Mediterránea nos presentan este extraordinarioprograma dedicado al gran maestro de la ópera.

Il Trovatore es una ópera romántica en cuatro actos, música de Giuseppe Verdi, y libreto de Salvatore Cammarano, completado por Leone Emanuele Bardere y basado en el drama homónimo del dramaturgo español Antonio García Gutiérrez.

Hay obras que, por muchos siglos que pasen, no pierden un ápice de su interés. Rigoletto es uno de esos casos extraordinarios. La historia del Jorobado que trata desesperadamente de proteger a su hija de una supuesta maldición, sigue vigente hoy día a pesar de su exagerado dramatismo y de lo rebuscado de algunas partes de la historia. La compañía Estudio Lírico la recupera para el público actual en una representación dinámica y más que digna.

El vestuario y todo el atrezo están realmente a la altura, los cambios de escena se suceden con sinuosidad y el espectáculo realmente consigue cautivar al público. Existe una auténtica comunicación entre los intérpretes y los espectadores, que se dejan llevar por el laberinto de pasiones de los protagonistas.

A destacar los papeles de Rigoletto, su hija y el Duque de Mantua. Al contrario de lo que sucede en otras representaciones, se observa mucho movimiento en escena, personajes que se desplazan de un lado a otro del escenario e incluso a veces hasta se atreven a bailar. Se agradece este dinamismo que en realidad es poco propio de las óperas clásicas y que supone montar un espectáculo mucho más elaborado y de mayor verosimilitud.

Una excelente manera de homenajear a Verdi en el año de su aniversario. Quien no conozca la ópera tiene una buena oportunidad, y quien ya sea aficionado la revivirá una vez más con verdadero placer.