Rueda de prensa de
Las Malas Intenciones.
Diciembre es el mes escogido por Rosario García-Montero para presentar Las Malas Intenciones en Madrid.

Después de recoger el Premio a la Mejor Película Peruana en el Festival de Lima y el Premio al Mejor Largometraje Latinoamericano en el Festival de Mar de Plata (Argentina), entre otros, la directora Rosario García-Montero presenta su primer largometraje Las Malas Intenciones en la Casa América en Madrid.

La directora peruana Rosario García-Montero presentó en Madrid su primer largometraje: Las malas intenciones, una historia inquietante sobre una niña que vive desatendida por sus padres y fragua en su imaginación un mundo propio y una extrañas ideas que casi la conducen al suicidio.

La directora nos cuenta que se trata de un proyecto de larga gestación, nada menos que seis años hicieron falta para darle consistencia por no hablar de la financiación (es una coproducción de un total de cinco países). Una de las curiosidades es que empezó precisamente por el final: la idea de que la niña susurra cosas al oído de los demás mientras duermen con intención de manipular sus sueños. Apuntó esto en una servilleta cuando le vino a la mente estando en un bar.

Tenía la posibilidad de rodar en inglés contando con un reparto internacional pero siempre tuvo claro que quería que su primera película fuese muy panameña, representativa de su país y por tanto el español era la opción lógica. Recorrió muchos kilómetros buscando a la niña que pudiera ser la protagonista, pensando primero en buscar una de nueve años pero descubriendo luego que hoy en día las chicas de esta edad están más próximas a la adolescencia que a la infancia. Buscó entonces una niña de siete, apareció Fátima Buntinx y enseguida dijo “¡ésta es!” Y además cumpliría los ocho poco antes del rodaje.

Le interesaba mucho esta edad porque es cuando la persona aun es maleable, cuando sus concepciones sobre lo que está bien o mal sufren vaivenes y se es muy infantil para unas cosas y muy madura para otras. Toda la película gira en torno a la niña y el mundo es visto a través de sus ojos. Así sus afirmaciones resultan muy rotundas y solemnes cuando dice cosas como que ella morirá el día que su madre de a luz a su futuro hermano. Fátima no tenía un buen nivel de lectura aunque por suerte sí muy buena memoria, así que la mayor parte del papel lo aprendió de forma oral ya que el resultado era mucho más natural así. También se tuvo buen cuidado de no alargar demasiado los rodajes y respetar su tiempo de descanso para no agotarla ni mermar su rendimiento.

Se intentó rodar las escenas de manera lo más cronológica posible. Por suerte no vivía lejos del lugar de rodaje con lo cual dormía en su casa y venía cada día como si fuera al colegio. Rosario quedaba encantada cuando determinadas escenas importantes quedaban como ella quería y se olvidaba a veces de otros planos secundarios que también son necesarios para respetar la continuidad de la película. Por ese motivo se utilizó una doble en algunos planos en los que no se le ve la cara mientras por ejemplo sube al coche o camina por la calle.

Además cuando se trabaja con una niña no se le puede pedir que extraiga las emociones de vivencias propias puesto que poco ha experimentado en la vida y entonces era necesario recurrir a ciertos trucos como por ejemplo el “no pestañees” para provocar el llanto.

Otra baza importante de la película son las escenas de sueños (a veces pesadillas) de la protagonista en los que aparecen viejos héroes nacionales del Perú que, en un principio, salen de láminas dibujadas y a medida que la trama avanza, se van humanizando y saltan del cartón a la realidad al pasar a ser interpretados por actores que dan algunas lecciones sobre la vida a la niña.

“Las malas intenciones” está ambientada a principios de los ochenta (coincidiendo con la infancia de la propia directora) y así tener como telón de fondo el terrorismo “como un fantasma respirándote en la nuca”. La protagonista va perdiendo espacio en la familia debido a la llegada del nuevo hermano del mismo modo que la sociedad peruana lo iba perdiendo en manos de Sendero Luminoso. La directora reconoce que el personaje tiene algo de sí misma. También era de clase alta y tenía que atravesar las zonas pobres durante una hora diaria para llegar al colegio, aunque nunca fue una niña tan conflictiva y sí mucho más alegre y menos tímida.

Las malas intenciones empezó su recorrido con gran éxito en la Berlinale y después ha pasado nada menos que por veinticinco festivales desde Río de Janeiro hasta Los Ángeles, pasando por Shanghai cosechando importantes premios. Fue muy interesante participar en Sundance donde los cineastas más alternativos se codeaban con los grandes de Hollywood. Su intención es precisamente buscar un camino intermedio entre el cine de autor y los blockbusters, por esa razón su película no abusa de planos lentos y solo maneja conceptos universales. Es un film limpio a nivel visual y no tiene los defectos propios del llamado cine independiente. Nos confiesa que su próximo objetivo sería el poder trabajar con actores de talla, alguien como Javier Bardem por ejemplo.

Al principio hubo complicaciones con la distribución de la película debido a los nefastos horarios en que se programaba en las salas. Luego hubo cierta polémica cuando en una sesión no se permitió la entrada a la actriz protagonista (Fátima, de ocho años) debido a que la película estaba catalogada para mayores de catorce. Este pequeño incidente sirvió de revulsivo para la prensa y logró que mejoraran sensiblemente las proyecciones y que acudiese mucho más público.

Un último apunte interesante: la música. Las cuatro canciones infantiles a guitarra y voz que aparecen en el largometraje proceden de un disco que le grabó a una tía suya que estaba perdiendo la memoria a causa de una enfermedad.

Y así se nos despide Rosario deseando que Las malas intenciones se conviertan en la película sorpresa de los próximos Goya. ¡Buena suerte!.

Para consultar la crítica pulsa aquí.

 

Por: Javier León.
Fecha: Diciembre 11.
 

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