valoración: 6

Al abuelo Renato (Gonzalo J. Camacho) le queda poco tiempo de vida y lo sabe, lo aprovecha para enseñarle a Carlota su nieta de seis años (Michelle García), la importancia de las cosas más sencillas, el valor de la solidaridad y el respeto a las decisiones de los demás. Sus hijas (Lourdes Valera y Marialejandra Martín) deciden enviarlo a un hospital, en contra de su voluntad y la de su hijo menor Salvador (Erich Wildpret), quien a pesar de no estar de acuerdo, es conminado por sus hermanas a mantenerse al margen de la decisión. Renato no esta dispuesto a aceptar que lo internen, tiene otros planes más trascendentes. En complicidad con su “socia” Carlota, este abuelo soñador planea escaparse y viajar en su velero de Venezuela a Salvador de Bahía, como alguna vez le prometió a su difunta esposa. Dos días en la vida de una familia que está PATAS ARRIBA.

Meterse de lleno en la vida cotidiana de una familia venezolana con toda su problemática, sus amores y sus desvelos es lo que nos propone esta emotiva película. El protagonista es el abuelo de la familia, un señor ya muy mayor y lleno de achaques que, a pesar de todo, no pierde la ilusión y las ganas de hacer cosas. Su mayor deseo, antes de morir, es viajar en su pequeña embarcación rumbo a Bahía, la tierra de origen de su difunta esposa. Pero la tarea no es fácil, la mayoría de los que le rodean lo toman por una locura senil, de todos modos todos se hayan demasiado preocupados en sus propios dramas personales como para prestarle demasiada atención a las cosas del “loco viejo” como le llaman.

Por el camino vamos viendo el tipo de relación que establece con sus tres hijos y con su nieta. A la vez cada uno de ellos tiene una visión distinta de las cosas, tiene sus propias prioridades y su manera de actuar. La confrontación está asegurada desde el principio.

Lo más destacable, aparte de los hermosos paisajes de Venezuela y un guion lleno de ternura, es sin duda el excelente trabajo de los actores, de todo el reparto sin excepción.

No deja de sorprender el hecho de que una de las actrices principales hubiese interpretado en el pasado un papel en la telenovela Cristal. Media un abismo entre ambos trabajos. Mientras en la telenovela sólo se buscaba la lágrima fácil y los guiones eran prácticamente improvisados, aquí nos encontramos con una historia muy bien meditada y perfectamente presentada. Si el nivel del cine venezolano actual es éste, esperamos recibir muchos más trabajos procedentes de dicho país ya que merece la pena.